Uno de los principales problemas que influyen en la dispersión y desplazamiento de especies vegetales invasoras en áreas rurales y urbanas, corresponde al desconocimiento generalizado de sus características por parte de las comunidades, así como de las afectaciones que ocasionan sobre el entorno natural, falta de difusión en los resultados de investigación y carencia de recursos económicos para enfrentar los impactos ambientales derivados de su establecimiento. Sucede a menudo porque la mayoría de estas especies resultan apetecidas por su rápido crecimiento, aromas y colores agradables, lo cual las hace atractivas como ornamentales y para la producción de materias primas que generan un beneficio económico a la población local.
En diversas localidades a nivel nacional y global, es frecuente hallar especies invasoras, entre las que se incluyen ejemplos notables como Spathodea campanulata (Tulipán africano), Eucalyptus sp. (Eucalipto) y Syzygium malaccense (Pomarroso). Estas especies sobresalen particularmente en entornos de parques urbanos. Es por ello que resulta apremiante emprender iniciativas dirigidas a comunidades urbanas y rurales que se enfoquen en la divulgación de estas especies y las afectaciones que causan sobre la biodiversidad.
Tradicionalmente algunas de las
especies invasoras identificadas son
utilizadas como maderables, en
sistemas agroforestales, silvopastoriles
y constituyen una alternativa
económica o de uso doméstico para las
familias de la región. Sin embargo, es
importante considerar los riesgos de
manera individual y evaluar
alternativas de prevención y control
que pueden estar enfocadas en el
manejo silvicultural con participación
de la comunidad para evitar su
colonización, establecimiento e
invasión hacia nuevos territorios.
Especies nativas para Colombia como
Cobaea scandens (yedra morada),
Gynerium sagiĴatum (caña brava),
Brugmansia arborea (borrachero) y
Verbena litoralis (verbena blanca) pueden volverse invasoras, en especial
por sus condiciones ecológicas
intrínsecas y sus características
fenotípicas y genotípicas que afectan
directamente del desarrollo de las
especies nativas por competencia de
luz, de nutrientes y condiciones de
sitio.
Desde el punto de vista del
temperamento ecológico o gremios
ecológicos, estas especies invasoras se
clasifican dentro del grupo de las
heliófitas, tolerantes a la exposición
solar, oportunistas y de rápido
crecimiento, condición que les permite
colonizar áreas disturbadas e interferir
en el crecimiento de otras especies
nativas, como es el caso de C. scandens
que las cubre totalmente e impide su
proceso fotosintético.
En Colombia, los esfuerzos para el
estudio de las especies invasoras se
originan principalmente por parte del
Ministerio de Ambiente, los institutos
de investigación, la academia, algunas
autoridades ambientales regionales y
organizaciones no gubernamentales,
pero se requiere que este tema se
articule con efectividad a las políticas
sobre protección de la biodiversidad
de carácter nacional, regional y local,
de manera que permita fortalecer la
investigación, conocimiento y
adecuada gestión de la problemática
ambiental causada por la invasión de
especies de plantas exóticas y
autóctonas. Dichas políticas deben
estar encaminadas no solo al
conocimiento de la historia natural de
estas especies en las diferentes fases,
sino también hacia la prevención, los
mecanismos de desplazamiento, su
introducción y el establecimiento que
las lleva a convertirse en un riesgo
para los ecosistemas nativos.
Otro factor que cobra importancia
significativa en el marco de las
estrategias necesarias para el control
de las especies invasoras, corresponde
a la valoración económica de las
pérdidas causadas por los fenómenos
de invasión, de manera que sirva
como insumo para los tomadores de
decisiones y permita enfocar los
esfuerzos proyectados en las políticas
de protección del medio ambiente.
Igualmente, el país requiere incorporar estas cifras de pérdidas en los reportes
de indicadores nacionales e
internacionales sobre la efectividad en
la gestión de los recursos naturales, lo
cual debe redundar en el
mejoramiento de las medidas de
control en el desplazamiento e
invasión.
Estos indicadores de valoración
económica apuntan al cumplimiento
de los objetivos de desarrollo
sostenible y permitirían suministrar
herramientas integradoras de
información a nivel mundial en la
lucha mancomunada para el control
de las especies invasoras, más allá de
las fronteras administrativas de los
países que conforman la región de los
Andes tropicales.
Es necesaria la articulación de las
mencionadas entidades estatales
colombianas, los institutos de
investigación y la academia, con el fin
de formular y ejecutar iniciativas
mediante planes de manejo que
contribuyan al conocimiento, adecuada
gestión y control de las especies
invasoras en el país, como estrategia
útil para apoyar las acciones que el
Estado realiza para la conservación de
la biodiversidad.